En determinados momentos de la vida, nos podemos enfrentar a situaciones que nos tambaleen y nos hacen perder el control.
A veces son problemas que pueden interferir en el desarrollo de la vida cotidiana de la persona que lo sufre (trabajo, familia, vida social…), además de disponer de psicólogo especialista en Adolescentes. Nuestro centro le ayuda a recuperar el mando y el control.
Los tratamientos que aplicamos son dirigidos a personas que padecen:
La ansiedad, es una reacción normal y adaptativa que se pone en marcha ante la anticipación de un peligro (físico y/o emocional),que amenaza al sujeto y le pone en estado de alerta y tensión.
No podemos vivir sin ansiedad.
El problema es cuando es demasiado intensa,frecuente perdura en el tiempo y llega a interferirnos en nuestra vida.
Cuando la persona experimenta la ansiedad como algo contra lo que no puede luchar, ésta llega a poner en marcha una conducta de evitación, apareciendo las fobias, trastornos de pánico, agorafobia, ansiedad generalizada, ataques de ansiedad
Las obsesiones, son pensamientos, impulsos, ideas, e imágenes que vienen a la mente de forma involuntaria, no se le quita de la cabeza y provoca altos niveles de ansiedad.
Las compulsiones son rituales o actos que realiza la persona para reducir la ansiedad o el miedo pronosticado por la obsesión. Este comportamiento puede ser físico (lavarse las manos) o mental ( realizar un cálculo numérico)
Los trastornos depresivos son los más frecuentes, por los que se solicita ayuda.
Las características más comunes son:
Se caracteriza por la aparición de síntomas o episodios de mania o hipomanía junto a otros depresivos.
Las consecuencias de experimentar estados de ánimo extremos tienden a provocar graves problemas interpersonales, de salud, laborales y gran deterioro de las relaciones interpersonales.
Es un trastorno, que hasta hace poco no era muy común, pero debido a la situación de pandemia que hemos padecido, hace que aparezca con más frecuencia sobretodo en determinados profesionales, que se han expuesto a situaciones durísimas (médicos, enfermeros, policías, militares…)
Se presenta después de haber vivido o presenciado un suceso impactante, peligroso o terrorífico. Los síntomas tienen que aparecer en los tres primeros meses del acontecimiento, deben de durar más de un mes y ser lo suficientemente graves para interferir en las relaciones personales o de trabajo.
Las características son:
Las discusiones, la rutina, la falta de sexo o las infidelidades son los motivos más frecuentes por los que una pareja decide ir a terapia para salvar su relación o para por lo menos intentarlo.
La terapia es mucho más eficaz si acudimos nada más observar el malestar en la relación y no dejamos pasar mucho tiempo.
Lo principal que tiene que aprender la pareja es: enseñar a escuchar y a ponerse en el lugar del otro, aprender a comunicar lo que sentimos o nos molesta sin herir a la otra persona
Dentro de la terapia de pareja, una de las situaciones que más duras a que se pueden enfrentar es a la pérdida de un hijo.
Ningún padre está preparado para la muerte de un hijo. Se supone que los padres no viven más que sus hijos.
Aunque el duelo siempre es muy duro cuando fallece un hijo, resulta más difícil todavía siendo más intenso el duelo y sienten que es imposible volver a tener una vida normal, necesitando ayuda.
Los sentimientos más comunes son:
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